They say that a long time ago, when the drought had devastated everything and the land did not have rivers running, nor did springs emerge. The hills produced few roots and edible plants, however, there were still some lakes that were shrinking day by day, where roots of Totora, Llachu and other plants grew. Some reptiles, rodents and fish were the only food on which they could survive.
In those days of hardship, the wise yatiris and the mallkus authorities decided that it was necessary to pay tribute and offer to the land, so that it would yield and end that punishment. The women and children, on the other hand, climbed the hills that surrounded the valley of Jacantaya crying: “There is Vakaaale!!!” (I am crying.) The children and women kept asking him: “What have we done?” They implored him: “Forgive us and make water fall from the sky!” But the earth still did not forgive them. Day after day the children and women cried with their last tears until the heavens let come clouds loaded with water that darkened the sky with the first drops of rain, but the drops fell thinly but it was not enough.
The women did not stop asking, they begged him for their children, those thirsty, hungry little ones, those animals that also longed for the wetlands. Seeing the suffering he had caused, he let the rain fall for days and days, the drops increased until the water from the hills gathered to create rivers and streams. So much water fell during those weeks that the earth cracked, creating ravines in its path.
From that day on, women, authorities and wise men learned that children should not be made to cry to ask the gods, because if they do, there will be punishments even when granting wishes.
Mito Aymara de la lluvia
Cuentan que hace mucho tiempo, cuando la sequía había arrasado con todo y en la tierra no corrían ríos, ni surgían manantiales. Los cerros producían escasas raíces y plantas comestibles, sin embargo, aún quedaban algunos lagos que día con día se reducían, donde crecían raíces de Totora, Llachu y otras plantas. Algunos reptiles, roedores y peces eran el único alimento del que podían sobrevivir.
En aquellos días de penurias, los sabios yatiris y las autoridades mallkus decidieron que era necesario dar tributo y ofrendar a la tierra, para que ésta cediera y acabara con aquel castigo.
Las mujeres y niños, en cambio, subieron a los cerros que rodeaban el valle de Jacantaya clamando: “¡¡Hay Vakaaale!!!” (Estoy llorando”. Los niños y mujeres sin parabar le preguntaban: “¿Qué hemos hecho?”, le imploraban: “¡¡Perdónanos y haz caer agua del cielo!!”.
Pero la tierra aún no los perdonaba, día con día los niños y mujeres lloraron con las últimas lágrimas hasta que los cielos dejaron llegar nubes cargadas de agua que ensombrecieron el cielo con las primeras gotas de lluvia, mas las gotas caían delgadas sin que fuera suficiente.
Las mujeres no paraban de pedir, le suplicaban por sus hijos, aquellos pequeños sedientos, hambrientos, aquellos animales que también añoraban los humedales.
Al ver el sufrimiento que había causado dejó caer la lluvia por días y días, las gotas aumentaron hasta que de los cerros el agua se juntó para crear ríos y arroyos. Cayó tanta agua durante esas semanas que la tierra se quebrantó haciendo a su paso barrancos. Desde aquel día, las mujeres, autoridades y sabios aprendieron que no se debe hacer llorar a los niños para pedir a los dioses, pues de ser así, habrá castigos incluso al conceder deseos.