Como en cada cultura, los mapuches, quienes se nombran a sí mismos Mapudungún, ubicados al en Chile y Argentina en el extremo sur, celebran el Nuevo Año, claro, cada comunidad tiene sus propias fechas. Si bien, para quienes dependemos del calendario Gregoriano es el día 1 de enero de cada año, otros pueblos lo celebran al inicio de su primavera, sin embargo, los Mapuche lo celebran en lo que es su solsticio de invierno que entra el 21 de junio de cada año.
We Tripantu en lengua mapuche, significa: We = nuevo; Tripan = salir, salida; Antü = sol.
El año nuevo mapuche se celebra en el solsticio de invierno ya que es cuando los árboles vuelven a sí mismo, se retraen a sus raíces para hibernar, los ríos descansan ante el frío en espera del calor de primavera. Algunos animales cambian de piel. Las personas tenemos tiempo de conectar con la familia y renovar nuestro compromiso con la tierra.
Durante los días de la celebración que van del 21 al 24 de junio se llevan a cabo cantos, danzas y oraciones en torno a un canelo en el que se agradece por todo lo recibido en el año, por todos los beneficios de salud, trabajo y alimentos recibidos con las cosechas.
En estos días la renovación es la energía que lidera, lo festivo en términos de gratitud.
En ese contexto, el alcalde de Traiguén, Ricardo Sanhueza Pirce, destacó la iniciativa la que permite preservar la cultura, al respecto señaló que “realizamos esta ceremonia en un lugar emblemático para el pueblo mapuche, sin duda fue una bella iniciativa, la que fue producto de un trabajo en conjunto donde todos colaboraron para que esto resultara de la mejor manera posible, ya que como municipalidad buscamos relevar esta fecha tan importante”.
Por su parte, Juan Pichun, lonko de la comunidad Temulemu, señaló que “la ceremonia fue muy linda para todos las comunidades que participaron y también para las autoridades del municipio, esto para nosotros tiene un significado espiritual, de renovación, del término de un ciclo de la naturaleza y el comienzo de otra. Y por lo tanto esta ceremonia se trató de eso, de dejar de lado las malas energías y de aquí en adelante construir una sociedad nueva, más justa, sobre todo en Traiguén donde gran porcentaje de la población es mapuche”.
Conjuntamente con todo lo desarrollado, se invitó a los asistentes a compartir un almuerzo, por otra parte los hombres, jugaron al palín, uno de los juegos típicos de esta cultura.
Cuenta una antigua leyenda mapuche que Cuyén (Luna) y Antú (Sol) se casaron muy enamorados, un día de otoño ante la presencia de Nguenechen (Dios). Cuyén tenía un carácter suave y un corazón tierno, ella se ocupaba de atender las necesidades de las mujeres y los niños, en cambio Antú tenía un corazón bravo y valiente y se preocupaba por todos los hombres. Todo iba muy bien, pasaban sus días recorriendo el cielo, cuidando de todos los mapuches, pero con el paso del tiempo comenzaron a tener discusiones y diferencias que finalmente los llevaron a separarse para siempre, desde ese momento comenzaron a recorrer solos el cielo. Antú comenzó a salir de día y Cuyén comenzó a salir de noche. Cierto día, cuando Antú estaba calentando la tierra, fijo su mirada sobre una hermosa mujer enamorándose perdidamente de ella, la llevo al cielo y le puso el nombre de astro dorado: Collipal que nosotros conocemos como lucero.